Está situado en la pequeña ciudad de Klevan (Ucrania) que cuenta con unos 8.000 habitantes, y la conecta con una antigua fábrica procesadora de madera. Tiene una historia muy peculiar, que empieza de forma trágica durante la II Guerra Mundial cuando un tren ruso que transportaba tropas y material militar fue literalmente masacrado en esa zona por la Luffwaffe alemana.