miércoles, 4 de julio de 2018

Procrastinación: deja para mañana lo que puedas hacer hoy.



La palabra procrastinación es un vocablo de origen latino (procrastinare, pro-adelante y crastrinus-referente al futuro). También conocida como postergación o posposición, consiste en el hábito de retrasar actividades prioritarias que son sustituidas por otras de carácter más irrelevante o intrascendente. Se plantea ante nosotros una tarea pendiente que nos puede resultar abrumadora, desafiante, difícil o simplemente tediosa y nos genera una situación de ansiedad que trae consigo una falta de voluntad para afrontarla o llevarla a cabo.
Ante esta situación, nos autojustificamos para no afrontarla, aplazándola "sine die" a un futuro en que podamos acometerla mejor. Además de ese componente de ansiedad, puede ser un síntoma de algún otro problema psicológico, como una depresión o bien un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
La procrastinación nos lleva con frecuencia a sustituir nuestras actividades habituales por otras tales como navegar por internet, leer libros, salir de compras..., todo con tal de mantenernos entretenidos sin tener que afrontar alguna acción o responsabilidad.
Cabe señalar que este problema no necesariamente está ligado a la ansiedad o la depresión, también afecta a personas con miedo al fracaso e incluso a perfeccionistas extremos. Se clasifica a las personas que viven este tipo de situaciones en:

-eventuales.
-crónicos.

Como puedes suponer, en los primeros la actitud evasiva no es algo habitual pero sí en los segundos. Son estos últimos por tanto lo que sí padecen los trastornos de comportamiento citados anteriormente.



Pero este problema, que realmente se produce por una falta de autoregulación u organización de nuestro tiempo, está más presente en nuestra sociedad de lo que tal vez podamos creer. Así por ejemplo tenemos el conocido como "síndrome del estudiante", que consiste en postergar la entrega de los trabajos a realizar hasta el último día del plazo fijado o afrontar la preparación de los exámenes a última hora. Pero podemos ir más allá, las personas adultas tendemos también en mayor o menor medida a esperar al último momento para atender, por ejemplo, al pago de los impuestos o a la presentación de las declaraciones pertinentes, y no siempre detrás de estas actitudes está un componente económico. Hay personas, por ejemplo, que antes de una acción "coleccionan" o barajan una cantidad variada de alternativas que les sirve como excusa para no decantarse por una en concreto. Así pues, la conducta procrastinativa está más extendida o generalizada a nivel social de lo que seguramente podíamos creer.

Tradicionalmente se ha establecido que hay tres tipos de procrastinación:

-por evasión: evitamos empezar una tarea por miedo al fracaso, por lo que va asociada a un claro problema de autoestima.
-por activación, cuando postergamos una tarea hasta que llega un momento en que no nos queda más remedio que afrontarla.
-por indecisión, también conocida como complejo de Penélope, típica de personas que dan vueltas y vueltas  a cómo realizar una tarea evitando así tomar la decisión de cómo hacerla. Se le "bautizó" como síndrome de Penélope en honor a la mujer de Ulises que, mientras esperaba que éste regresara, tejía y destejía la misma tela para evitar casarse con los pretendientes al reino de Itaca.




William J. Knaus, psicólogo cognitivo y coautor del libro Overcoming Procrastination (Superando la procrastinación) establece una serie de características personales que son típicas de personas con tendencia a posponer tareas, algunas de las cuales te detallamos:

-baja autoestima que les hace verse como incompetentes y al mundo como un lugar de elevadas exigencias que no son capaces de afrontar ni cumplir.
-perfeccionismo o miedo al fracaso: nos generamos expectativas demasiado elevadas en situaciones en que no hay una garantía total de éxito, somos demasiado exigentes con nosotros mismos.
-ansiedad: afrontar la tarea y tomar una decisión de cómo hacerlo nos satura y genera en ocasiones sentimientos catastrofistas al respecto.
-sentimientos de rabia e impaciencia, muy típicos cuando nuestro nivel de exigencia es tan elevado que al no cumplir las metas nos desencadenan este tipo de sentimientos. Y no sólo eso, al final podemos vernos atrapados en un círculo de enfado y rebelión que empeora nuestro rendimiento.
-necesidad de sentirse querido: la necesidad de realizar las tareas para obtener el reconocimiento o el cariño de los que nos rodean.
-saturación laboral: el trabajo nos desborda por una carga excesiva, lo que nos provoca sentimientos de saturación personal, ansiedad, angustia o estrés que nos hace sentirnos incapaces de establecer prioridades y  en ocasiones acaba convirtiéndose en un auténtico círculo vicioso.


Willim J. Knaus

Ya para terminar, ¿cómo podemos combatirla?. Pues independientemente de la terapia que podemos necesitar en función de nuestra propia experiencia personal, los expertos nos aconsejan a hacer el siguiente ejercicio:

1- Hemos de ser capaces de identificar y admitir que tenemos un hábito poco constructivo.
2-Admitido el problema, escribe en un papel los sentimientos/pensamientos cuando tienes que hacer alguna tarea que habitualmente tiendes a posponer.
3-Una vez has repetido el paso 2 en varias ocasiones, graba en tu móvil o en una grabadora tu "diálogo personal" que te ha llevado a tomar la decisión de posponerla/s.
4-Escucha lo que has grabado en un momento en que estés tranquilo y no tengas sensación de incomodidad.
5-Escoge dos asuntos típicos que has pospuesto y describe en qué consisten.
6-Monitoriza tus emociones: ¿por qué no quieres hacerlos? ¿tienes miedo a hacerlo mal? ¿qué sientes? ¿qué excusas pones para no hacerlos?.
Según Knaus, esta es la clave que ayudará a todos los "mañana empiezo" para identificar su malestar  y poder cambiar sus hábitos personales al respecto.

Y ahora dime, ¿no has procrastrinado o pospuesto alguna que otra vez a lo largo de tu vida?.



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