Es su día hablamos sobre el TDC, que no son sino las siglas del Trastorno Dismórfico Corporal o Dismorfobia, un trastorno que padecen aquellas personas que no están satisfechas con su cuerpo, manifestando además un comportamiento obsesivo-compulsivo con el mismo. Puedes ver ese artículo pulsando en el siguiente enlace: Dismorfobia
Son capaces de pasarse horas obsesionadas con trastornos menores o incluso inexistentes, y suelen tener un amplio historial de cirugía estética en su mayor parte innecesaria.
No se conocen con exactitud sus causas, pero investigadores de esta materia consideran que la genética puede jugar un papel relevante, así como los problemas neurobiológicos, más en concreto un procesamiento corporal defectuoso de un conocido neurotransmisor, la serotonina, conocida como hormona de la felicidad. Del mismo modo, experiencias traumáticas, sobre todo si se dan en la niñez o adocescencia, pueden suponer un acicate para su desarrollo. Hay un dato realmente significativo, en USA afecta ni más ni menos que a 1 de cada 5 personas.
Son capaces de pasarse horas obsesionadas con trastornos menores o incluso inexistentes, y suelen tener un amplio historial de cirugía estética en su mayor parte innecesaria.
No se conocen con exactitud sus causas, pero investigadores de esta materia consideran que la genética puede jugar un papel relevante, así como los problemas neurobiológicos, más en concreto un procesamiento corporal defectuoso de un conocido neurotransmisor, la serotonina, conocida como hormona de la felicidad. Del mismo modo, experiencias traumáticas, sobre todo si se dan en la niñez o adocescencia, pueden suponer un acicate para su desarrollo. Hay un dato realmente significativo, en USA afecta ni más ni menos que a 1 de cada 5 personas.
En la sociedad actual, prolífica en nuevas tecnologías, ¿quién no se ha hecho un selfi?, o si vamos más allá, ¿quién no ha retocado alguna foto antes de subirla a una red social para salir más guap@?. Esto, que es algo que muy probablemente nos parece normal, ha sido objeto de estudio por parte de investigadores del Boston Medical Center de Massachusetts (USA) ya que consideran que esta nueva fiebre tecnológica y de redes sociales agrava el proceso del TDC. Según el coordinador de este trabajo, Susruthi Rajanala, "la omnipresencia de estas imágenes filtradas puede afectar a la autoestima de una persona, hacer que uno no se sienta a gusto en el medio real, y terminar siendo un desencadenante del Trastorno Dismórfico Corporal". Dicho de otro modo, las personas, principalmente adolescentes, que recurren a los filtros para mejorar su apariencia manifiestan una mayor preocupación por su imagen corporal y buscan la aprobación de su apariencia estética en las redes sociales.
La dismorfia de Snapchat se basa en un principio tan sorprendente como que nos hacemos selfis, las retocamos para estar más "guap@s" y recibir la aprobación en nuestra redes sociales para terminar queriendo parecernos a nuestra imagen "filtrada", ¿sorprendente verdad?. Según Neelam Vashi, coautor del estudio, "los filtros para selfis pueden hacer que se pierda el contacto con la realidad, creando la expectativa de que debemos estar perfectos a todas horas". Una encuesta realizada por este equipo permitió descubrir que en el pasado 2017 el 55% de los cirujanos plásticos trataron a personas que buscaban parecerse a su mejor apariencia en selfis, mientras que tan sólo tres años antes ese porcentaje era del 42%. Parece por tanto claro que el problema va cada vez "captando" a más adictos y haciéndose más preocupante. Finalmente desaconsejan la cirugía en este tipo de casos optando por terapias que actúen sobre la conducta y se basen en la empatía, ni más ni menos que la intervención afectiva de terceras personas para ayudarnos a solucionar nuestros propios conflictos.
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