jueves, 21 de febrero de 2019

La trigu igorot y sus ataúdes colgantes.


Los igorot son una minoría étnica que viven desde hace más de dos mil años en Sagada, situada en la cordillera central del archipiélago filipino, al norte de la provincia de Luzón.  El término igorot deriva de la raíz gorot que en su idioma significa montaña, por lo que son “gente de montaña” por excelencia. 
En un país rico en costumbres exóticas, sin embargo no pasa desapercibido su ritual funerario, que busca “acercar” a sus muertos a la luz eterna que les aguarda en el “más allá”. Lejos de cualquier sistema tradicional, no sólo no inhuman a sus muertos sino que cuelgan sus ataúdes en los acantilados de piedra caliza de Echo Valley para que lleguen más fácilmente al cielo, lugar donde viven sus deidades. Pero su tradición va más allá, les exige que el ataúd sea confeccionado por la persona en vida, para lo que usan un segmento de árbol perforado en el centro al que añaden una tapa de madera con dos estacas a cada extremo.  Para ellos la vida y la muerte forman un camino que los humanos recorren una y otra vez, por ello cuando fallecen colocan los cuerpos en el interior del ataúd en posición fetal para que regresen al punto inicial en que comenzó su andadura al nacer. Los visten con ropa de colores e insignias para facilitar que sus antepasados los reconozcan. Acto seguido son transportados hasta un acantilado y los sitúan suspendidos en el lugar que les corresponde de la pared de piedra,  a varios metros del suelo, para que puedan disfrutar de la naturaleza en compañía de los espíritus que habitan los bosques. Cuanto más altos estén, más fácil llegarán al cielo. 

Grupo etnia igorot con trajes tradicionales

Pero para no dejar de sorprendernos, los igorot agradecen durante todo este proceso mortuorio el contacto con los fluidos corporales del difunto para adquirir su “sabiduría y buena suerte”.  Con  frecuencia se suele acompañar al fallecido de la silla donde se sentaba en vida para que lo acompañe en su viaje. En casos muy pocos frecuentes, los ataúdes pueden ser depositados en cuevas, pero siempre con acceso a la luz solar para que “dé vida a su alma”. Las montañas del municipio de Sagada se caracterizan por la gran abundancia de cuevas, la mayor de ellas, llamada Sumaging, tiene miles de formaciones de estalactitas y estalagmitas en su interior, así como charcas de agua helada.



Cueva sepulcral en Lumiang

Se ha comprobado que esta curiosa costumbre no tiene lugar únicamente en Filipinas, así tribus ancestrales de Indonesia y China también la practican. A tal punto, que lla mayor concentración de ataúdes colgantes conocida a la fecha fue localizada en la provincia chica de Guizhou, donde más de mil cuerpos reposan colocados por orden genealógico, con las generaciones más antiguas colocadas en la parte superior y las más recientes en la inferior.
Su Dios ancestral es Kabunyan, al que siguen venerando, a pesar de que a principios del siglo XIX, y tras la llegada de los primeros norteamericanos, la mayoría de los igorot adoptó la religión anglicana.
Hace más de una década el gobierno filipino promulgó una ley por la cual las tierras de estas tribus son de “propiedad ancestral”, por lo que no pueden ser compradas por personas ajenas a esta etnia y están por tanto a su plena disposición. En su respeto y continua interacción con la naturaleza, los igorrotes tienen como actividad principal la agricultura. Su tribu rival por excelencia, y por la que sienten verdadera aversión, son los ifugao, que poblan la zona sur de  la sierra, a los que critican por vivir recluidos en las aldeas étnicas creadas por el gobierno además de por tener la abominable costumbre de enterrar a sus muertos.

Esperamos haberte ayudado a conocer un poco más a esta etnia y su peculiar costumbre. Te dejamos un vídeo ilustrativo de youtube.



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