jueves, 11 de abril de 2019

Ilse Koch: la increíble y sádica "zorra de Buchenwald".



Margarete Ilse Kóhler nació el 22 de septiembre de 1906 en el seno de una familia de clase media en la localidad alemana de Dresde. Tras una estancia normal en el colegio, a los quince años abandona los estudios para iniciarse en el mundo laboral.  Primero trabajó en una fábrica y poco después encontró trabajo en una librería como dependienta. Fue en este último empleo donde comenzó su interés por el  partido nazi y donde conoció a miembros de las SS. En 1936 contrae matrimonio con Karl Koch, coronel en el campo de concentración de Sachsenhausen y uno de los principales ayudantes de Heinrich Himmler, jefe de las SS y de la Gestapo. 

En 1939 se trasladan a Buchenwald, uno de los mayores centros de exterminio nazi. Los primeros meses fueron "normales" para los Koch, en ellos   su prioridad fue tener hijos, en concreto tres, trámite que se exigía a los miembros más antiguos del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.  
Pese a su apariencia normal y cierto encanto, escondía en su interior una verdadera asesina en potencia. Karl le enseñó todo lo relacionado con la inmolación y el sacrificio. Todo empezó en " Villa Koch", como era conocida su residencia, extendiéndose después hacia el campo de concentración. Se trataba de una gran casa en una finca de aproximadamente 125 hectáreas situada en la colina Ettersberg. Su carácter era colérico, sádico, degenerado, tenía una gran sangre fría y deseos de poder. Informes médicos posteriores "completaron" su peculiar personalidad tildándola también de ninfómana.


Para la realización de esta clase de depravaciones y fiestas, el comandante Koch mandó construir una especie de picadero donde su mujer podía desplegar sus malas artes, tanto sexuales como criminales. El lugar tenía una superficie de 40 x 100 metros y 20 metros de altura, alcanzando un coste  de 250.000 marcos de la época (unos 250.000 euros). Dentro del picadero, Koch mandó construir una habitación con las paredes repletas de espejos como efecto añadido  para sus orgías colectivas. En un primer momento Ilse estaba obsesionada con su aspecto, así mandó traer vino de Madeira para bañarse en él y llenó sus armarios de prendas caras, tanto calzado como pieles. También adquirió los mejores perfumes y vinos del momento. Tiempo después empezó a pasearse por el campo látigo en mano, pegando a aquellos prisioneros cuyo aspecto físico le resultaba desagradable. Finalmente, su crueldad comenzó a desarrollarse sin ningún tipo de escrúpulo ni límite, haciendo del campo de internamiento nazi su particular y predilecto campo de juegos.Una de sus prácticas habituales era azuzar perros contra las mujeres embarazadas, provocándoles tal pavor que las víctimas llegaban a creer que morirían despedazadas por los animales. De noche organizaba orgías lésbicas con las esposas de otros oficiales para después practicar sexo con los subordinados de su marido. Uno de sus múltiples y retorcidos placeres consistía en situarse a la entrada del campo cuando llegaban nuevos prisioneros. Los esperaba con los pechos desnudos, los acariciaba y "sobaba" su cuerpo de forma libidinosa mientras les gritaba comentarios subidos de tono. Si alguno cometía el error de mirarla fijamente a los ojos, lo golpeaba con su látigo hasta que perdiese el sentido. Koch se había convertido en la principal torturadora de prisioneros de Bucherwald. Sin embargo, su afición más delicada fue su particular "colección" de lámparas de piel humana. 
Pieles humanas presentadas como pruebas en el juicio

El matrimonio Koch decidió recopilar los tatuajes más vistosos de sus prisioneros extirpándoselos de cuajo tras inyectarles fenol. Muchos de ellos pasaron a ser tétricas lámpara de mesa. A Ilse también le encantaba adornar su casa con las cabezas humanas de los presos, para ello ordenaba reducirlas quiímicamente. Hasta doce cabezas llegaron a albergar en su comedor que les acompañaban en todas y cada una de sus celebraciones familiares.


Foto cabezas humanas de la familia Koch

Según registros de la enfermería del campo, tan solo en el recinto sanitario se produjeron 33.462 asesinatos de prisioneros, sin contar las víctimas de los particulares experimentos y atrocidades que se realizaban con los cuerpos de muchos de ellos, en especial por parte de nuestra protagonista de hoy. De ahí le sobrevino el apelativo de "la zorra de Bucherwald". Después de casi ocho años, en 1945, se puso fin a su macabra historia. Las tropas soviéticas llegaron a Alemania e Ilse huyó sin éxito. Fue encarcelada y sentenciada a cadena perpetua que posteriormente se le redujo a tan sólo  cuatro años. En 1951 el general estadounidense Lucius D. Clay le concedió la libertad basándose en "insuficiencia de pruebas", pero poco después volvió a ser arrestada y finalmente condenada de forma ya definitiva.
Imagen del juicio 
Durante su juicio, 240 testigos pasaron por el estrado del tribunal para explicar de forma concienzuda las perversiones.abusos,suplicios y asesinatos que ocurrieron en Buchenwald a manos de la Commandeuse. La presión soportada durante la celebración del mismo llegó a tal punto que se desmoronó en varias ocasiones gritando ¡soy culpable! ¡soy una pecadora!. Pese a las apelaciones que interpuso su abogado, la Corte Suprema de Alemania se negó a anular el veredicto de culpabilidad de Augsburrg.



Noticia del suicidio en la prensa de la época

Años después, concretamente el 1 de septiembre de 1967, a los 71 años de edad, decidió poner fin a su vida, ahorcándose con las sábanas de su cama en la prisión de Aichach (Baviera). Fuera le esperaba uno de sus hijos que, como cada sábado, acudía a visitarla regularmente. Había dejado una última carta que decía : "no hay otra salida para mí, la muerte es la única salida". Seguramente un final acorde a una vida llena de excesos, frivolidades y crueldad.



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