La genofobia, también conocida como coitofobia, es un miedo irracional al sexo o a las relaciones sexuales. Dicho de otro modo, la persona experimenta una repulsión grave no sólo a la práctica del sexo sino a cualquier actividad relacionada con el mismo. Los afectados por esta fobia pueden experimentar importantes complicaciones, en especial aquellos que tienen una pareja estable con quien lo lógico y normal es tener una interacción sexual. Cuando hablan con su pareja sobre este tipo de relaciones o intentan ponerlas en práctica, experimentan una serie de síntomas típicos en estos casos:
-ataques de pánico.
-respiración rápida.
-pulso acelerado.
-sudoración.
-sequedad de boca.
-dolor de estómago.
-incapacidad para concluir con éxito cualquier relación sexual.
La consecuencia primaria y directa suele ser lo que para algunos es conocido como asexualidad, o dicho de otro modo, evitar todo contacto sexual. El siguiente y habitual paso de este proceso suele ser el desarrollo de una depresión.
¿Cuáles pueden ser las causas que la producen?. Pues sin descartar que aparezca sin ninguna razón específica, las principales son las siguientes:
-experiencias traumáticas, en la mayoría de las ocasiones derivadas de haber padecido algún tipo de abuso sexual.
-disfunciones sexuales, tales como la impotencia en los varones o dispareunia en las mujeres (aquellas con condiciones médicas que pueden provocar que el coito sea doloroso).
-el miedo a contraer enfermedades de transmisión sexual, que hace que se descarte el mantener este tipo de relaciones, desechando incluso el hacerlo con cualquier tipo de protección.
-en ocasiones se sufre esta fobia como consecuencia de la visualización durante la infancia de material visual con contenido sexual, ya sea en TV, películas o prensa gráfica que se mantienen latentes en nuestro subconscinte para empezar a manifestarse a partir de la adolescencia.
En cuanto a su tratamiento, y al igual que el resto de las fobias, abarca tanto la terapia como la medicación. En primer lugar, no debe descartarse el acudir a una consulta médica para descartar que la genofobia esté producida por algún tipo de razón fisiológica como las ya citadas. Una vez dado este paso, se debe acudir a un especialista (psiquiatra, psicólogo,etc.) con el objetivo de someterse a terapía que ayude a detectar el origen del problema y nos aporte soluciones al mismo. Finalmente, la utilización de medicamentos, especialmente cuando viene producida por algún tipo de disfunción física. En el caso de que el origen sea alguno de los otros ya relatados, los medicamentos destinados al control de la ansiedad asociada a la fobia han de ser administrador con precaución, básicamente porque muchos de de los ansiolíticos y antidepresivos causan una reducción de la líbido como efecto secundario (por lo que caso de no administrarse correctamente podrían contribuir a agravar el problema). Finalmente, si la persona afectada de genofobia tiene una relación, la terapia de pareja puede resultar muy útil en estos casos.