Hoy os traemos unas costillas riquísimas, tan tiernas que la carne se despega casi sola del hueso, requisito imprescindible en nuestra casa con los peques. El adobo es mas personal en cada casa, en la nuestra es muy sencillo y nos gusta mucho.
Necesitamos:
Un costillar de cerdo
aceite de oliva virgen extra
cerveza
sal
1 diente de ajo laminado
orégano
pimentón dulce
Es muy importante quitar la membrana que tiene el costillar adherida al hueso, pedídselo a vuestro carnicero, si no, es tan sencillo como levantarlo por un extremo metiendo por debajo de la membrana la punta de un cuchillo afilado, cuando tengáis un trozo despegado tiráis de él y saldrá la membrana, es una telilla blanca. Esto hace que queden mucho mas tiernas.
Ponéis el costillar en una bandeja de horno, en nuestro caso lo partimos en dos para que entrase bien, le ponéis la sal, el orégano, el pimentón dulce, los ajos y una cucharada generosa de aceite, lo repartís bien. Podéis dejarlo un tiempo macerar o hacerlas directamente si vais con mas prisa.
Precalentamos el horno a 180/200 grados, echáis un vaso lleno de cerveza en el fondo de la bandeja, las costillas las váis a poner con la parte del hueso hacia arriba, tapáis bien con papel aluminio (albal) y metéis al horno en la bandeja del medio durante una hora.
Sacáis del horno, le dáis la vuelta a las costillas, regamos con un poco de la salsa del fondo y volvemos al horno pero ya destapadas para que acaben de hacerse y se doren bien. Tardarán alrededor de 15 minutos, cuando veáis que tienen el dorado que os gusta, estarán listas.
Esperamos que os haya gustado nuestra receta de hoy, es sencilla, salen unas costillas tiernas y jugosas, y ya sabéis, ponedle vuestras especias favoritas, no influirá en el resultado final.
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