sábado, 17 de octubre de 2015

Las padaung o "mujeres jirafa".


Las padaung, termino que en su idioma birmano significa "mujer jirafa" (y que a ellas mismas les parece detestable) forman parte del grupo étnico o tribu Kayan, una de las distintas minorías étnicas tibeto-birmanas, ubicada en el estado de Shan y  compuesta por aproximadamente 7.000 miembros.  Con sólo 5 años de edad les es colocado el primer anillo de latón, acontecimiento que es además motivo de celebración y festejo en el poblado. La niña recibe prolongados masajes con un ungüento cuya composición se desconoce hoy en día. Tras ejercitar el cuello moviéndolo en todas direcciones y relajándolo durante aproximadamente una hora, se les coloca esa primera pieza de unos 10 cm aproximadamente.



A partir de ese momento, cada dos años se les va colocando una nueva anilla más alta, hasta que con el tiempo llega a alcanzar la máxima extensión del cuello no pudiendo moverlo con normalidad ya nunca más.  La consecuencia directa de esos anillos o espirales es que poco a poco se les van desplazando las costillas y la clavícula, hasta provocar una inclinación sustancial de  sus hombros,  que en apariencia nos provoca  la sensación de que tienen el cuello bastante más largo. En un primer momento puede parecernos que es más largo por una mayor separación entre las vértebras del mismo.  A día de hoy podemos decirte que "el récord" está en posesión de una mujer que tiene 27 anillos, que alcanzan los 9 kg de  peso y 40 cm de longitud. Tras generaciones y generaciones continuando con la tradición, hay quien la cifra en torno a los dos mil años, las mujeres padaung ven el ritual como un signo de belleza y una nuestra de orgullo cultural. Sin embargo, no todas las mujeres kayan son mujeres jirafa, hoy en día quedan sólo unas 120 que llevan collares enteros, así como aros en manos, piernas y pies. Cada vez es más habitual entre las más jóvenes el no querer portar con unos collares que pueden llegar a alcanzar los cerca de 10 kg de peso. Del mismo modo, sólo un puñado de ancianas kayan conocen la técnica para cambiarse los collares, ceremonia que suele realizarse durante las noches de luna llena y en ceremonias organizadas.
En cuanto a su origen, según la leyenda sólo las niñas nacidas un miércoles de luna llena tienen el "privilegio" de poder someterse al ritual y así lo hacen ver los guías turísticos que conducen las expediciones hasta sus poblados. Sin embargo, esta teoría se queda sin mucho crédito ya que son las propias interesadas las que muestran su disconformidad hacia la misma. Otras teorías incidían en que  se trataba de proteger a las mujeres del ataque de los tigres de la zona, pero se cae por su propio peso ya que está demostrado que estos animales atacan de forma indiscriminada sin hacer distinción de sexo y los hombres no llevan estos aros en su cuello. Una tercera teoría sugería que lo que se pretendía era protegerlas de los ataques y secuestros por parte de individuos de otras tribus "afeando" su aspecto. Finalmente se ha dado validez a lo que transmiten los escasos conocedores de la zona y la cultura kayan, que indican que los collares son concebidos como joyas. Cuanto más largos, más atractiva era considerada la mujer, sirviendo además como prueba de prosperidad ya que como tales joyas el hecho de que las niñas llevasen los collares probaban su pertenencia a una familia rica.


 El gobierno birmano, buscando evitar una imagen de país muy poco desarrollado, trató de hacer desaparecer la costumbre. lo que provocó que una parte importante de las mujeres la abandonaran. Sin embargo, al comprobar que peligraban sus ingresos turísticos, altamente rentables y basados en gran medida en la  demanda para poder ver "en vivo" a las mujeres jirafa, no han permitido que se perdiese la tradición. Cabe destacar igualmente que son muy laboriosas, elaboran con sus telares unas telas muy bonitas fabricando chalinas, y también  bordan con un punto de cruz minúsculo telas que utilizan para confeccionar gorros, carteras, monederos y otros complementos que suelen comercializar y vender a los turistas que acuden a conocerlas.
Parece por tanto que esta tradición camina poco a poco rumbo a su desaparición, algo que seguramente a una importante mayoría de vosotros os parecerá lo más apropiado, no sólo por razones de salud sino de discriminación hacia las mujeres de la etnia kayan.

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