viernes, 31 de marzo de 2017

La leyenda del hilo rojo



Tanto la mitología china como la japonesa  tienen la creencia de que hay personas que, antes o después, están predestinadas a conocerse y se encuentran unidas por un hilo rojo atado a sus dedos meñiques. Siendo más explícitos, si dos o más personas están destinadas a tener un vínculo afectivo, existe ese hilo rojo que las une desde su nacimiento. 


El hilo atravesará por distintos estados, pudiendo estar más o menos tenso o incluso estirarse hasta el infinito, pero nunca se romperá, y existe y se mantendrá con independencia del momento de sus vidas en que tomen contacto entre si, como viva muestra del vínculo existente entre ellas. La historia tiene una base médica o científica, ya que existe una arteria, llamada ulnar o cubital, que une el corazón con el dedo meñique, y que sirve de base a esta creencia,ya que el corazón es fuente de vida y simboliza desde tiempo inmemorial el amor. 



Situación arterias en miembro superior, entre ellas la ulnar


La arteria se ve simbolizada por ese hilo rojo que une los meñiques de aquellas personas que desarrollarán un interés compartido y una unión de sentimientos.  En algunos países, sobre todo Japón, a la hora de  hacer una promesa  se entrelazan estos dedos entre las personas que la realizan.
Una primera leyenda de origen chino nos cuenta que cada noche el Abuelo de la Luna sale  para conocer a los recién nacidos y a aquellos que considera afines  les ata a sus meñiques ese hilo rojo que guiará sus almas para que nunca se pierdan hasta que llegue el momento de su confluencia. No obstante la leyenda más conocida es la japonesa que te exponemos a continuación:


"Hace mucho mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa, que tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su presencia. Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo: «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que la niña se hiciera una gran herida en la frente, ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.
Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda. Y en el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, que entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente… al levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente."





Como casi todas las historias de este tipo, tiene también su parte, digamos, sádica. Durante el periodo Edo (1603 a 1867) algunas mujeres se amputaban el dedo meñique como prueba de fidelidad y máxima lealtad a su maridos

Este hilo, como ya hemos comentado, no puede romperse y conecta amores profundos o eternos, amores como el de una madre, padre o hermano, de un niño, un amigo, un hombre o una mujer. Es pues, un amor profundo que no se reduce exclusivamente a una relación sentimental de pareja. Esta teoría se entrelaza también directamente con la creencia occidental de la existencia de las  "almas gemelas", que no son sino corazones entrelazados destinados a conocerse en algún momento, para el cual pueden faltar una o varias eternidades por vivir.
Pero la existencia de este tipo de hilos no se reduce exclusivamente a la cultura japonesa, en la época griega de esplendor las Moiras sostienen un hilo de oro por cada persona en la tierra que cortan en el momento de su muerte. Dentro del pensamiento cristiano, también según la cábala un hilo rojo conecta a los creyentes con la Tierra Santa de Jerusalén. Es, en resumen, la creencia en que nada sucede porque sí, sino que todos tenemos un destino predeterminado o la negación de la teoría del "libre albedrio".

¿Realmente crees que "vivimos siempre juntos" hasta que "nuestras almas se entrelazan en un sólo corazón"?.








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